El chat, una pasión argentina

EL CLUB YA FUE, ahora los amigos te esperan en el chat. Cuando en el pasado se pensaba en el futuro, una de las metáforas más populares era la de las reuniones a distancia entre las personas, a través de pantallas que unían a los interlocutores. Hoy, el intercambio de filmaciones en vivo entre personas ubicadas en cualquier parte del planeta es conocido como videochat, pero puesto que el formato video aún no es lo suficientemente rápido ni está al alcance de todos los usuarios, la comunicación a distancia por pantallas tiene un nombre propio irreemplazable: el chat, que es la versión por escrito. 

En los chats pueden participar no sólo dos interlocutores en simultáneo, sino decenas y decenas, formando auténticos clubes "virtuales". Cotidianamente y a toda hora hay diferentes canales abiertos para que estas nuevas comunidades -así se llaman en la jerga- se junten a pasar el tiempo y dialogar de esto y aquello. Las salas de chateo están divididas por temáticas: ya no son novedad el levante, los intercambios, los cibercafés literarios, los foros de discusión y los amigos a distancia que pululan a lo ancho del mundo a través de los chats. 

Aproximadamente 20 mil argentinos entran a algún canal de chat cada día. Para estrechar su lazo con su público, hasta los famosos se pegan vueltas por los salones de Internet, haciendo buenas migas a través de la pantalla con todo el mundo. Después de su séptimo chat público, Fito Páez nos cuenta... 

IS >> ¿Qué te parece el chat como experiencia? 
FP >> Los chats son interesantes si hay humor o si se ponen calientes. 

IS >> ¿Te sorprende el humor de la gente? 
FP >> A veces el ingenio popular es increíble. Lo peor es cuando se ponen serios. Y cuando se tocan temas sexuales se arman reacciones en cadena impresionantes. 

IS >> ¿Hay diferencias entre las preguntas que hace la gente y las que te hacen los periodistas? 
FP >> Los periodistas son más tendenciosos y quieren demostrar que son inteligentes. 

En la vorágine de idas y vueltas del chat, Fito usa expresiones cortas, o frases hechas, como "la libertad es libre" o "Dios me perdone". Se muestra rápido y divertido y, a veces, hasta ansioso e irónico. Cuando lo pinchan con preguntas que no le gustan nada -como por ejemplo, "¿Fito, sentís que perdiste la esencia de Rosario?"-, se disgusta un poco, y simplemente contesta: "No". Después, deja los ojos clavados en la pantalla y su pera apoyada en el puņo derecho, mientras no se pierde ni un detalle. En general, la gente quiere saber sobre su nuevo disco o sus asuntos personales, pero también le piden opiniones sobre el país o sobre colegas como Charly García, Luis Alberto Spinetta, Joaquín Sabina o Juan Carlos Baglietto. El contesta todo, pero a las típicas dudas de fans o bombazos de criticones se los saca rápido de encima. Por ejemplo, en el último chat, organizado por América Online, cuando quisieron saber a quién iría a ver a un recital, respondió jocosamente: "A Paco Rabanne". Y cuando le preguntaron si tenía miedo de convertirse en un empresario de la música, despectivamente dijo: "No". En cambio, con los desafíos ingeniosos se queda un buen rato, como queriendo superarlos. Cuando le preguntan si aceptaría tocar con Luis Miguel, por ejemplo, retrucó: "ŋTocarnos?"

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